¿Vosotros también lo creéis? Si tenéis un ratito, leed este artículo que escribe Raúl Fernández, profesor en una universidad de Polonia, y opinad.
Este profesor considera que el problema real está en la formación lingüística universitaria que reciben los futuros profesores. Afirma que los estudiantes de Magisterio y Filología Inglesa no tienen un buen nivel de inglés como para impartir sus clases con soltura en esa lengua. Sin embargo, dice que la carrera de Traducción e Interpretación sí que se ciñe a la adquisición de las lenguas extranjeras como objetivo principal. Puede que tenga razón, en parte. Sin embargo, como licenciada en Traducción e Interpretación puedo asegurar que el 80% aproximadamente de mis estudios se basaron en el trabajo a fondo de análisis de textos, contextos, estructuras gramaticales y expresiones lingüísticas a nivel escrito. La competencia comunicativa fue trabajo completamente autónomo, saliendo al extranjero, asistiendo a las clases de la Escuela Oficial y buscándome mis propios recursos desde casa. Las cuatro asignaturas obligatorias de interpretación que ofrecía la carrera me parecieron un suplicio porque, es cierto, que necesitas un dominio de la lengua y una agilidad que ninguna otra asignatura de la carrera te había proporcionado. No sé con el Plan Bolonia si el currículum habrá cambiado y estará más enfocado al desarrollo comunicativo de la lengua. No obstante, no reniego de la formación que recibí, ya que desde el principio nos informaron de que la carrera estaba más centrada en la traducción que en la interpretación. Trabajar con un texto escrito, lógicamente, requiere otras habilidades bien diferentes a las que supone interpretar un texto oral.
Por otro lado, el antiguo Certificado de Capacitación Pedagógica (CAP) que tuve que cursar para poder optar a una plaza como profesora en un centro público de enseñanza secundaria, carecía de significado conforme se enfocó en aquel momento. Puedo afirmar que no me ayudo en nada a la hora de enfrentarme después a una clase o a la hora de preparar una clase o a la hora de programar…
Estoy de acuerdo, pues, con Raúl Fernández en que el cambio empieza por una transformación en el concepto de enseñanza-aprendizaje/adquisición de las lenguas y su aplicación desde los ámbitos de la enseñanza superior. No obstante, otra vez hago referencia a mis estudios, nuestro país cuenta con una historia del doblaje cinematográfico bien arraigada, lo que, por un lado, es genial porque existen traductores audiovisuales y actores y directores de doblaje que pueden dedicarse a lo suyo; pero, por otro lado, desde mi punto de vista, este hecho ha llevado a nuestra sociedad a ser reacia a ver películas en versión original. Es bien sabido que muchos países europeos no tienen esta tradición de doblar las películas extranjeras y tienen el oído muy habituado a otros sonidos y otras lenguas, mayoritariamente el inglés. Yo sí que creo que el hecho de encender la televisión y ver una película en versión original y subtitulada es una ayuda potencial a la hora de adquirir una lengua. De hecho, puedo decir que mi francés empecé introduciéndolo a través de los programas y películas que emitía una pequeña televisión que me compraron mis padres para que no me sintiera sola en aquella pequeña habitación de aquella gran residencia universitaria de Pau, al sur de Francia, mientras cursaba unas asignaturas de mis estudios gracias a la beca ERASMUS. Mi experiencia con este medio fue tan positiva, que es uno de los consejos que me permito darles a mis alumnos… Mirad películas en versión original, buscad en internet programas que os puedan gustar y miradlos en inglés, cambiad el idioma de las series de la tele y escuchad las voces reales de vuestros actores y actrices preferidos, fijaos en los acentos, imitadlos… aprovechad el acceso a cualquier tipo de información que os interese en inglés… os ayudará muchísimo!